Navidad, ¿época de reflexión o de excesos?
La navidad es la época del año en que más reuniones e intercambios sociales se realizan. Estas reuniones favorecen los excesos, tanto en la cantidad de alimentos que se ingieren, como en la capacidad de los mismos para causar trastornos en la salud, por su elevada concentración en azúcares y grasas.
Santo Domingo.- Sin temor a equivocarme me atrevo a afirmar que la navidad es la época del año en que más reuniones e intercambios sociales se realizan. Estas reuniones favorecen los excesos, tanto en la cantidad de alimentos que se ingieren, como en la capacidad de los mismos para causar trastornos en la salud, por su elevada concentración en azúcares y grasas.
Es una época que se añora desde el primer día del año y a la que se arriba con gran alegría y cargados de ilusiones, estimulados por el giro de la música que se difunde por las estaciones radiales y televisivas, así como la que se interpreta en las frecuentes fiestas de la temporada.
También son causa de predisposición y estímulo los adornos distintivos de la época que se colocan en todos los centros comerciales, así como la iluminación especial que se coloca en las calles utilizando miles de luces de colores, algunas de ellas intermitentes, para dar más vistosidad y colorido al ambiente.
A todo esto hay que agregar los llamados árboles navideños y nacimientos, que con gran dedicación y esfuerzo se preparan y ubican en las salas de una buena parte de las casas citadinas, así como en los comercios y oficinas, tanto públicas, como privadas.
No puedo dejar de mencionar las canastas navideñas que se expenden en todos los supermercados y tiendas importantes, cuyos precios varían desde pocos a muchos miles de pesos. Estas se caracterizan por contar con dulces navideños, pero sobretodo, bebidas alcohólicas variadas. Recuerdo que una vez propuse en la institución en que laboraba que se regalaran canastas culturales, compuestas a base de libros de autores dominicanos, y casi me linchan.
Es una época de encuentros de amigos, compañeros de trabajo, familiares y relacionados, que bien podría ser utilizada para recordar con devoción y gratitud el nacimiento de Jesús en el pesebre de Belén y reflexionar sobre si con nuestro comportamiento y acciones demostramos comprender y respetar aquella acción de Jesús, de despojarse de su divinidad para convertirse en ser humano y sufrir vejaciones y humillaciones, para restituir en el hombre la oportunidad de salvación.
Es indescriptible la ilusión con que los niños esperan la llegada de esta época, sobre todo en los lugares en que se acostumbra a depositar los regalos que supuestamente trae Papá Noel y coloca en los pies del árbol de navidad. Pero también en nuestro medio, donde la costumbre es que sean los “Reyes Magos” los que traigan regalos a los niños y en los hogares más pobres, “la viejita Belén”.
También la época navideña nos trae tristeza al recordar nuestros seres queridos que ya descansan en la tumba y no pueden compartir con nosotros nuestras alegrías, como lo hacían en vida, y en los casos en que la persona se encuentra alejada de su suelo natal y sus seres queridos, por vivir en el extranjero. Es también triste para los enfermos y encarcelados que no pueden participar de los festejos junto a sus familiares.
En fin, hay muchas situaciones que deberían motivar las cavilaciones, pero que en forma distorsionada son aprovechadas para comer en exceso y también consumir en exceso bebidas alcohólicas, así como para trasnocharse cada noche de una fiesta a otra.
No me opongo a la celebración de las fiestas navideñas, ni a la colocación del árbol de navidad en las casas y la iluminación de los balcones de las casas y las calles con luces de colores, ni a contagiarnos con la alegría, risas e ilusión de los niños. Pero me parece que la verdadera esencia de esta celebración se ha perdido. Sus orígenes paganos y comerciales parecen habernos ganado la batalla a quienes favorecemos la reflexión y el uso conservador del dinero en esta época.
Debemos ser capaces de no sucumbir ante el bombardeo promocional que estimula el consumismo desenfrenado en esta época. Debemos despojarnos del egoísmo y compartir lo que tenemos de más con los que tienen menos o no tienen nada. Hagamos de esta época un tiempo de reflexión. Pasemos balance a nuestras acciones y reencaucemos nuestras vidas por el buen camino.
Por: DOMINGO PEÑA NINA