¿Hasta cuándo la doble moral nuestra?
¿Qué hemos hecho realmente como sociedad para cambiar los panoramas de problematicas cuidadana?, Nos hemos acostumbrado a lamentar sin actuar, a lanzar quejas al aire en lugar de construir políticas m…
Por Julissa Martinez
A diario, en las conversaciones cotidianas de la sociedad dominicana, se repite una queja constante: la sobrepoblación de haitianos en sectores clave como la construcción, la agricultura y las zonas francas. Muchos lamentan que esta situación ha desplazado la mano de obra local y, pero cuando un grupo se levanta a alzar la voz y buscar una respuesta a la miles de quejas qu enos sugen a diario lo criticamos, lo atacamos y no lo apollamos.
¿Qué hemos hecho realmente como sociedad para cambiar los panoramas de problematicas cuidadana?, Nos hemos acostumbrado a lamentar sin actuar, a lanzar quejas al aire en lugar de construir políticas migratorias coherentes y sostenibles que regulen la situación y beneficien tanto al país como a los migrantes.
Cuando empieza el año escolar, nuevamente se levanta el coro de quejas: “Las escuelas están llenas de niños haitianos”. Pero dejamos siempre para el final las soluciones. No exigimos con firmeza políticas claras ni reglamentos aplicables. Nos limitamos a señalar con el dedo al gobierno de turno por los problemas acumulados, ya sea la inseguridad, el sistema educativo colapsado o la basura en las calles.
Un ejemplo claro está los alcantarillas, Nos quejamos de que están tapadas, desbordados, pero somos nosotros mismos quienes arrojamos desperdicios en las aceras, en los solares baldíos, fuera del horario establecido. Luego, buscamos un culpable, cuando la falta de conciencia ciudadana es parte central del problema.
Y no, con esto no pretendo justificar la inacción del gobierno ni negar sus responsabilidades. Pero hablar desde la razón implica reconocer que, sin un cambio de actitud colectiva, ningún plan de gobierno será suficiente. La solución requiere tanto decisiones políticas firmes como ciudadanos responsables.
Mientras sigamos atrapados en el lamento, sin asumir nuestra parte, seguiremos estancados. Hace falta voluntad política, sí, pero también compromiso ciudadano. Solo así podremos construir una sociedad más justa, ordenada y con oportunidades reales para todos.