Los 14 usos poco conocidos del aceite de orégano
Este potente aceite esencial se obtiene del orégano, una planta nativa de la región suroeste de Eurasia, que se utilizó durante siglos por sus múltiples beneficios medicinales. A medida que aumenta el…
Este potente aceite esencial se obtiene del orégano, una planta nativa de la región suroeste de Eurasia, que se utilizó durante siglos por sus múltiples beneficios medicinales.
A medida que aumenta el interés en alternativas naturales para mejorar la salud, el aceite de orégano se convierte en un foco de atención, atrayendo tanto a expertos como a consumidores interesados en la medicina natural. Sin embargo, siempre es esencial consultar con un profesional de la salud antes de incorporarlo en la alimentación diaria.
Cómo se hace el aceite de orégano
La creación del aceite de orégano es un proceso meticuloso y especializado. A diferencia de los aceites vegetales comunes, en este caso se trata de uno esencial concentrado. Para producirlo, las hojas de orégano deben ser manipuladas cuidadosamente.
El primer paso en este proceso es machacar las hojas con un mortero, lo que permite la liberación de sus aceites volátiles naturales. Posteriormente, se lleva a cabo una destilación por vapor.
Cuáles son los beneficios de consumir aceite de orégano
El aceite de orégano es ampliamente reconocido por su potencial terapéutico, atribuible a la presencia de compuestos activos como el carvacrol, el timol y el ácido rosmarínico, cuya combinación le confiere una notable capacidad para combatir distintos microorganismos que afectan la salud humana y la inocuidad de los alimentos, incluyendo bacterias comunes en infecciones alimentarias, así como hongos y ciertos virus.
Extraído mediante destilación de vapor,
Extraído mediante destilación de vapor, el aceite de orégano conserva sus propiedades antimicrobianas y antioxidantes únicas
De acuerdo con diversas investigaciones recogidas por PubMed Central, perteneciente a los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés), el carvacrol, en particular, ha demostrado una capacidad notable para inhibir el crecimiento de bacterias comúnmente asociadas a enfermedades transmitidas por alimentos, lo que subraya su potencial como agente natural de control microbiológico en la industria alimentaria.
Además, presenta propiedades antioxidantes ampliamente documentadas, atribuibles a su contenido en compuestos fenólicos como el carvacrol y el timol, capaces de neutralizar radicales libres y, con ello, disminuir el daño celular que puede conducir al desarrollo de enfermedades crónicas, así como ralentizar procesos biológicos asociados al envejecimiento prematuro.
En paralelo, su efecto antiinflamatorio, verificado en distintos modelos experimentales, ha mostrado eficacia en la modulación de mediadores inmunológicos, lo que lo posiciona como un recurso potencialmente útil en el manejo de patologías inflamatorias persistentes, como la artritis, y en la prevención de afecciones cardiovasculares relacionadas con procesos inflamatorios crónicos.