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Vivir con lo justo: El nuevo normal de la clase trabajadora dominicana

Cómo la inflación silenciosa está afectando el poder adquisitivo sin que lo notes

Nicole Paola Rodríguez Peralta • June 15, 2025 4:30 pm
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En la República Dominicana, la clase trabajadora está enfrentando un fenómeno que pasa desapercibido para muchos, pero que impacta de manera directa y constante en la calidad de vida: la inflación silenciosa. Aunque los precios en la calle parecen “estables” o con incrementos moderados, la realidad es que el salario rinde menos cada mes. Esta erosión del poder adquisitivo afecta principalmente productos esenciales, transporte, comida y servicios, creando un nuevo normal de vivir con lo justo.

La inflación tradicional se mide a través de indicadores oficiales, pero lo que muchos no detectan es esa subida paulatina y constante en los costos de bienes y servicios de primera necesidad, que se acumula con el tiempo y reduce la capacidad real de compra del trabajador dominicano. No es un salto abrupto, sino un desgaste lento y silencioso que pasa factura en cada quincena.

En sectores claves como alimentos, la inflación silenciosa se manifiesta con aumentos en productos básicos como arroz, pollo, aceite y verduras. Estos incrementos no siempre se reflejan de manera inmediata en los índices oficiales, pero en la práctica, el bolsillo del consumidor siente el impacto. El transporte público y privado también ha sufrido incrementos que limitan la movilidad cotidiana, sumando costos adicionales que se vuelven difíciles de compensar. Por otro lado, los servicios esenciales —agua, electricidad, telefonía— han experimentado ajustes que presionan aún más el presupuesto familiar.

Frente a este escenario, la resistencia desde las finanzas personales no es solo una opción, sino una necesidad imperante para no caer en una espiral de desbalance económico. La primera estrategia es la priorización del gasto. Identificar y clasificar los gastos en esenciales y no esenciales permite tener mayor control sobre dónde se debe enfocar el presupuesto limitado. Muchas veces, gastos aparentemente pequeños, pero recurrentes, representan fugas importantes de dinero que al sumarse afectan la capacidad de ahorro o inversión.

En segundo lugar, se debe fomentar un consumo consciente. Esto implica evaluar la calidad y utilidad de cada compra, evitar el desperdicio y aprovechar promociones o alternativas más económicas sin sacrificar la calidad. Por ejemplo, comprar al por mayor, elegir marcas locales o productos en temporada puede significar un ahorro considerable a mediano y largo plazo. También se vuelve clave evitar compras impulsivas y diferenciar claramente entre “deseos” y “necesidades”.

La tercera recomendación es la redefinición de necesidades en un contexto de restricción. La clase trabajadora dominicana debe adaptar sus hábitos y expectativas a la nueva realidad económica, replanteando prioridades y ajustando su estilo de vida para maximizar cada peso. Esto puede incluir desde planificar mejor las comidas para evitar desperdicios, compartir gastos de transporte, hasta buscar formas alternativas de entretenimiento que no impliquen costos elevados.

En definitiva, la inflación silenciosa no es un problema pasajero, sino una tendencia estructural que demanda un cambio de mentalidad frente al manejo del dinero. No basta con ganar más; es fundamental aprender a administrar mejor los recursos existentes, ser disciplinado en el ahorro y estar atento a las variaciones del mercado para anticipar ajustes.

Desde el punto de vista empresarial, las organizaciones también deben ser conscientes del impacto que esta situación tiene en sus colaboradores. Políticas de compensación, beneficios flexibles y educación financiera pueden contribuir a mejorar la estabilidad financiera del equipo, lo que a su vez se traduce en mayor productividad y compromiso.

En fin, vivir con lo justo se ha convertido en el “nuevo normal” para la clase trabajadora dominicana debido a una inflación silenciosa que erosiona el poder adquisitivo mes a mes. La clave para enfrentar esta realidad está en la gestión estratégica de las finanzas personales: priorizar gastos, consumir con conciencia y redefinir necesidades para asegurar que cada peso se invierta con inteligencia y propósito. Solo así se podrá mantener la estabilidad económica y la calidad de vida en tiempos de desafíos constantes.