El helado puede formar parte de un estilo de vida saludable y feliz
os helados son, según explica la Federación Española de la Nutrición (FEN) “preparaciones llevadas al estado sólido, semisólido o pastoso, por congelación de la mezcla de materias primas utilizadas, q…
os helados son, según explica la Federación Española de la Nutrición (FEN) “preparaciones llevadas al estado sólido, semisólido o pastoso, por congelación de la mezcla de materias primas utilizadas, que han de mantener el grado de plasticidad y congelación suficiente hasta el momento de su venta al consumidor”. Se clasifican en dos grandes grupos, cuya composición es determinante para calcular su valor nutritivo y efectos sobre el organismo:
- Helados con base de leche (helado crema, helado de leche, helado de leche desnatada).
- Helados con base de agua (helado de agua y sorbete).
El valor calórico medio de los helados oscila entre los 150 Kilocalorías en el caso de los de leche, y las 250 Kilocalorías de los de crema, por lo que, en opinión de los expertos de la FEN, “puede considerarse que se trata de un alimento de contenido energético medio”.
Helados sí, pero dentro de una dieta equilibrada
Los dietistas-nutricionistas reniegan de un estilo de alimentación basado en alimentos prohibidos y un control férreo de todos los productos que se ingieren. Por el contrario, abogan por una dieta sana y equilibrada en la que no se demonice ninguna opción, siempre que se consuma de forma inteligente. Así se pronuncia Vicente Javier Clemente, nutricionista y catedrático de Ciencias del Deporte de la Universidad Europea: “Si somos capaces de mantener cierto equilibrio, un helado no solo no es un problema, sino que puede formar parte de un estilo de vida saludable y feliz”.
Eso no significa en absoluto abrir la puerta al consumo masivo e indiscriminado de helados. La clave está tanto en la cantidad como en la calidad, que en la práctica se traduce en saber elegir los productos más adecuados. En este sentido, Clemente apunta que los helados industriales, especialmente los más tradicionales, “pueden representar un exceso de calorías, azúcares simples y grasas saturadas”. Estos elementos contribuyen al aumento de peso y pueden alterar también la salud metabólica.
“Un helado puede encajar perfectamente en una dieta saludable o incluso en un plan de pérdida de peso, siempre que se consuma de forma ocasional, en porciones moderadas y dentro de un patrón alimentario equilibrado”, insiste el experto.
Los helados menos convenientes
Es conveniente conocer los ingredientes de los helados y leer con atención su etiquetado. En particular, es aconsejable evitar los productos ultraprocesados con:
- Exceso de azúcares añadidos.
- Grasas poco saludables (sobre todo, de palma o coco).
- Edulcorantes como el jarabe de glucosa-fructosa.
En lo que se refiere a los valores nutricionales, el experto insta a tener en cuenta que muchas veces se presentan en la etiqueta “por raciones pequeñas que no se corresponden con lo que realmente consume una persona, lo que puede dar una imagen engañosamente saludable del producto”.
Los helados más saludables
Casero no es necesariamente sinónimo de más saludable; dependerá de los ingredientes que se utilicen. (Foto: Unsplash)
Las alternativas más saludables a los helados ultraprocesados son, en términos generales, las que se elaboran en casa, controlando todo el proceso y en especial los ingredientes. “Un buen helado es aquel elaborado con ingredientes naturales, bajo en azúcares y grasas saturadas y que además puede aportar beneficios como vitaminas, fibra o probióticos”, resume Clemente. Estas son sus propuestas:
- Helados a base de fruta congelada y yogur natural sin azúcar.
- Usar plátano como base para conseguir una textura cremosa.
- Añadir ingredientes como cacao puro, frutos secos o canela para dar sabor sin necesidad de azúcares añadidos.
El nutricionista recalca que casero no es necesariamente sinónimo de saludable: “Si a un helado hecho en casa se le añade nata, azúcar o siropes, perdemos el valor nutricional que podríamos haber ganado”.
Helados sin azúcar, ¿sí o no?
Según explica Clemente, las versiones comerciales sin azúcar deben analizarse caso por caso. Por lo tanto, no se pronuncia totalmente en contra, pero señala que “a veces generan una falsa sensación de permiso para abusar” y, además, “algunos edulcorantes pueden causar molestias digestivas o afectar la microbiota intestinal si se consumen en exceso”.