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Bienestar Y Vida

Ola de calor: principales enfermedades que aumentan el riesgo

Las olas de calor, según informa la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), pueden incrementar los riesgos de deshidratación, edemas, calambres musculares y problemas de la pi…

Redacción Telenoticias • August 16, 2025 11:46 am
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Las olas de calor, según informa la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), pueden incrementar los riesgos de deshidratación, edemas, calambres musculares y problemas de la piel. Además, agravan las enfermedades crónicas y aumentan los accidentes cerebrovasculares (ictus) y los partos prematuros. Por otro lado, también se sabe que incrementan la siniestralidad laboral y el tráfico, así como las intoxicaciones alimentarias y las enfermedades que se transmiten por el agua y los alimentos.

Nadie está libre de sufrir un golpe de calor u otros peligros con las temperaturas tan elevadas que se están registrando en casi todo el territorio español. Sin embargo, hay personas especialmente vulnerables, como los bebés y los ancianos y quienes padecen ciertas patologías. La diabetes y las enfermedades cardiovasculares son dos de las más destacadas.

Altas temperaturas y diabetes
Las personas con diabetes deben protegerse adecuadamente del calor porque las temperaturas extremas pueden afectar al metabolismo de la insulina, alterar los niveles de glucosa en sangre y desencadenar complicaciones agudas como hipoglucemias o deshidratación. Hay que tener en cuenta que los síntomas iniciales pueden pasar desapercibidos si no se presta atención a las señales del cuerpo.

En palabras de Marta Carrasco, jefa de Endocrinología del Hospital Universitario Sanitas La Moraleja, “el calor modifica la forma en que el organismo procesa tanto los hidratos de carbono como la insulina”. En días muy calurosos, advierte, “el riesgo de hipoglucemia se incrementa por diversos factores: la actividad física, pérdida de líquidos, modificaciones en el apetito o incluso una absorción más rápida del fármaco administrado por vía subcutánea”. Según añade la especialista, “a esto se suma que el sudor, el cansancio o la confusión pueden confundirse con sensaciones propias del verano, lo que retrasa la identificación de una bajada de glucosa”.

En las personas que reciben tratamiento con insulina o hipoglucemiantes orales, las descompensaciones son más frecuentes si no se adapta la dosis al nivel de ejercicio, la alimentación y la exposición al calor, indica Carrasco.

Golpe de calor
Por otro lado, los golpes de calor pueden ser más intensos en las personas con diabetes, especialmente si existe daño en el sistema nervioso autónomo, que es una complicación que afecta la capacidad de regular la temperatura corporal. “El cuerpo pierde eficiencia para sudar o percibir la sed, lo que favorece cuadros de deshidratación y puede derivar en una emergencia médica si no se detecta a tiempo”, recalca.

Los cambios de alimentación durante el verano también pueden tener un impacto considerable. Según expone la nutricionista de Blua de Sanitas Alba Soto, “durante el verano es común comer menos, saltarse comidas o sustituir platos completos por fruta o tentempiés ligeros. Si no se planifica adecuadamente, esto puede descompensar la ingesta de hidratos y favorecer episodios de hipoglucemia, especialmente si se mantiene la misma dosis de insulina”.

Calor extremo

Recomendaciones de los expertos
Estas son las recomendaciones de los especialistas para evitar sustos en personas con diabetes durante el verano:

Revisar con el equipo médico la pauta de tratamiento antes de irse de vacaciones o realizar cambios de rutina. La dosis de insulina o fármacos orales puede requerir ajustes.

Evitar la exposición directa al sol en las horas centrales del día, especialmente si se va a realizar ejercicio. Se recomienda optar por primeras horas de la mañana o el atardecer.

Hidratarse con frecuencia, incluso sin sensación de sed. Es preferible beber agua o bebidas sin azúcar, evitando alcohol y refrescos con cafeína.

Planificar las comidas y no saltarse ingestas. Es conveniente llevar siempre un tentempié con hidratos de carbono de absorción rápida (zumos, fruta fresca, deshidratada o dátiles) ante una posible hipoglucemia.

Conservar correctamente la insulina y los dispositivos de medición. Las altas temperaturas pueden reducir la eficacia de los fármacos o alterar los resultados. Se recomienda utilizar neveras portátiles o carteras de frío y evitar la exposición directa al sol.

Reconocer los síntomas de alarma: sudor frío, temblores, confusión, dolor de cabeza o palpitaciones pueden indicar una bajada de azúcar. Ante la duda, conviene actuar como si fuera una hipoglucemia.

Protegerse del golpe de calor con ropa ligera, sombrero y descansos frecuentes en zonas frescas. Si se presentan mareos, piel caliente, pulso acelerado o alteraciones del estado de conciencia, es necesario actuar con rapidez.
Impacto del calor en el corazón
Antonio Álvarez-Vieitez, jefe de Cardiología del Hospital Universitario Nuestra Señora del Rosario, explica cómo reacciona el corazón a las altas temperaturas y cuáles son las principales consecuencias: “Empieza a bombear más sangre a la piel y esta se ventila por el efecto del sudor, lo que crea un sobreesfuerzo al corazón, que debe trabajar aproximadamente tres veces más”. De persistir la situación, o en el caso de que el individuo tenga el corazón débil, “se origina una insuficiencia cardiaca con signos de fatiga”. Al mismo tiempo, añade, “el riñón, al recibir menos sangre, hace que sus arterias se contraigan y sea insuficiente para depurar la sangre, lo que hace perder sales y líquidos y conducir a la deshidratación”.

Efecto en la circulación periférica y la hipertensión
Otro de los efectos del calor es la ralentización por vasodilatación de la circulación periférica, lo que origina edemas (retención de líquidos) en las piernas. Para evitarlo, Álvarez-Vieitez recalca que no se debe estar largo tiempo de pie quieto, ni tampoco demasiado tiempo sentado. “Es aconsejable hacer ejercicio moderado y procurar tener las piernas en alto. Si se permanece largo tiempo de pie, es posible que aparezcan hipotensión, mareos y pérdidas de conocimiento (síncope) por falta de riego cerebral”, expone.

En cuanto a la hipertensión, el especialista comenta que el calor “es bueno para los hipertensos, pues les es más fácil controlar la tensión arterial que cuando hace frío, pues este estrecha las arterias y sube la tensión”. Ahora bien, no conviene confiarse y, en particular, los hipertensos que estén tomando medicamentos diuréticos “deben tener cuidado con las altas temperaturas, pues resulta más fácil deshidratarse”.