Por qué sangra la nariz y cuáles son los errores más comunes al detener la hemorragia
Un sangrado en la nariz inesperado puede alarmar, aunque la mayoría de las hemorragias son leves y se resuelven sin problemas. Este fenómeno, denominado en medicina hemorragia nasal, afecta a personas…
Un sangrado en la nariz inesperado puede alarmar, aunque la mayoría de las hemorragias son leves y se resuelven sin problemas. Este fenómeno, denominado en medicina hemorragia nasal, afecta a personas de todas las edades y, usualmente, puede controlarse en el hogar. Comprender las causas, saber actuar y reconocer cuándo pedir atención médica resulta esencial para evitar consecuencias graves.
Las hemorragias nasales se originan cuando los vasos sanguíneos dentro de la nariz se rompen y sangran. Este problema es frecuente, sobre todo en niños y adultos mayores, aunque la mayoría de los casos no implica gravedad significativa, ya que suele responder a factores cotidianos y generalmente no requiere asistencia médica.
Tipos principales y factores que incrementan el riesgo
Existen dos tipos principales de hemorragias nasales: las anteriores y las posteriores. Las primeras, que provienen de la parte delantera de la nariz, son las más habituales y rara vez representan un peligro. Se producen principalmente en el tabique, zona con vasos delicados susceptibles a romperse por un golpe leve o un rasguño.
Las hemorragias posteriores, menos comunes, se producen en la zona trasera de la cavidad nasal y pueden ser más graves si la sangre fluye hacia la garganta. Entre las causas más comunes de este tipo figuran las lesiones y la hipertensión.
Numerosos factores pueden desencadenar un episodio. Condiciones de salud como enfermedades hepáticas o renales, el consumo excesivo de alcohol y trastornos en la coagulación figuran entre las causas frecuentes.
Problemas cardíacos, como la hipertensión o la insuficiencia cardíaca, también provocan sangrado nasal, especialmente cuando se eleva la presión arterial y aparecen síntomas como dolor de cabeza, dificultad para respirar o ansiedad, según la Asociación Estadounidense del Corazón (AHA). Además, resfriados, alergias y el hábito de sonarse con frecuencia irritan la mucosa nasal y aumentan el riesgo.
El entorno cumple también un papel relevante. El aire seco causado por calefacción o clima frío puede resecar la mucosa, facilitando grietas y hemorragias. Por ello, se recomienda el uso de humidificadores, geles salinos y una buena hidratación para evitar la sequedad nasal.
Hábitos que desencadenan sangrado
En niños pequeños, la introducción de objetos en la nariz es una causa común de hemorragia. Juguetes, trozos de comida o pequeñas piezas pueden dañar los vasos sanguíneos y provocar sangrado. Se trata de un comportamiento propio de la infancia, pero requiere vigilancia para prevenir situaciones riesgosas.
El uso de medicamentos anticoagulantes, como warfarina, clopidogrel, aspirina o antiinflamatorios no esteroideos, eleva el riesgo de hemorragias y dificulta el control del sangrado.
Muchas personas reciben estos fármacos para evitar coágulos debido a antecedentes cardíacos, por lo que deben estar atentas a cualquier episodio de sangrado. La alteración en la coagulación causada por estos medicamentos puede convertir una hemorragia leve en un problema persistente o intenso.
Hurgarse o rascarse la nariz constituye otra causa frecuente. Este hábito puede lesionar los vasos superficiales de la mucosa nasal y desatar un sangrado inesperado.
Correcta actuación ante una hemorragia nasal
Para controlar una hemorragia nasal en casa, los especialistas recomiendan sentarse e inclinarse levemente hacia adelante, presionando las fosas nasales con los dedos durante al menos diez minutos. Resulta fundamental respirar por la boca.
En ocasiones, la aplicación directa de un espray descongestionante nasal puede contraer los vasos sanguíneos; puede aplicarse sobre una bolita de algodón y colocarla en la fosa nasal, manteniendo la presión hasta que el sangrado se detenga. Después, es aconsejable hidratar el interior de la nariz con solución salina o ungüento y evitar volver a hurgarse.
El error más común y perjudicial es inclinar la cabeza hacia atrás. Esta acción puede hacer que la sangre pase a la garganta, se ingiera involuntariamente y provoque náuseas, vómitos o aspiración pulmonar. Por eso, los expertos enfatizan: la cabeza debe mantenerse levemente inclinada hacia adelante durante el sangrado.
Cuándo buscar atención médica y consejos de prevención
Consultar a un profesional es imprescindible si el episodio dura más de unos minutos, si no cesa con presión directa o si hay sangrados frecuentes.
El Dr. Kevin Campbell, cardiólogo, señala que aunque las hemorragias nasales rara vez ponen en peligro la vida, en personas que toman anticoagulantes o tienen enfermedades crónicas pueden requerir supervisión médica o ajustes en la medicación.
Si una persona presenta más de una hemorragia por semana o la recurrencia es notable, se recomienda consultar al médico de cabecera o a un otorrinolaringólogo para descartar otras afecciones.
Campbell indica que se debe acudir a urgencias si el sangrado no se controla tras varios intentos o dura más de unos minutos.
Aquellas personas propensas a hemorragias nasales pueden beneficiarse de la prevención, hidratando la mucosa nasal con humidificadores, soluciones salinas o evitando la manipulación excesiva de la nariz. Así se reduce la frecuencia de episodios y mejora el bienestar diario.