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El País

Blackout en RD: una década después, los mismos síntomas ponen en jaque la estabilidad energética

Ambos blackouts paralizaron el transporte masivo (metro, teleférico), afectaron hospitales, comercios y generaron caos vehicular por la pérdida de semáforos y alumbrado público. 

Escalen Batista • November 25, 2025 12:04 pm
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República Dominicana vivió dos apagones generales que marcaron la década: el blackout del 16 de mayo de 2015 y el colapso del 11 de noviembre de 2025. Aunque separados por diez años, ambos eventos mostraron causas y consecuencias similares que ponen en evidencia vulnerabilidades estructurales del Sistema Eléctrico Nacional Interconectado (SENI).

 

¿Qué pasó en cada caso?

 

  • Mayo 16, 2015 — Un incendio/explosión en la subestación Itabo (Haina) y la salida forzada de unidades generadoras provocaron la pérdida en cadena de plantas conectadas al SENI, lo que desembocó en un apagón general que dejó a la mayor parte del país sin servicio durante horas. Autoridades y especialistas señalaron fallas en protección y coordinación entre empresas como factores agravantes.
  • Noviembre 11, 2025 — Un “evento” en la red de transmisión (reportado inicialmente desde subestaciones y unidades de generación en San Pedro de Macorís y la planta Quisqueya) derivó en una caída abrupta de la generación —en algunos momentos quedando el sistema con apenas decenas de megavatios frente a miles demandados— y en su consecuente blackout nacional. El colapso paralizó metro, teleférico y otros servicios críticos mientras se investigaban las causas.

 

 

Lo que tuvieron en común

 

  • Origen en fallas de transmisión/subestaciones que desencadenaron salidas en cadena de generación.
    En 2015 la explosión en Itabo sacó plantas del sistema; en 2025 la falla del sistema de transmisión llevó a la desconexión masiva de unidades. Ambos eventos mostraron cómo un punto de falla puede propagarse rápidamente.
  • Efecto en cascada sobre la generación (pérdida súbita de MW).
    En los dos casos la demanda no fue cubierta por la oferta disponible en el momento del incidente, lo que produjo el apagón generalizado. En 2025 los reportes indican caídas de generación de más de 3,000 MW en horas pico.
  • Impacto en servicios críticos y en la vida urbana.
    Ambos blackouts paralizaron el transporte masivo (metro, teleférico), afectaron hospitales, comercios y generaron caos vehicular por la pérdida de semáforos y alumbrado público.
  • Revelaron debilidades operativas y de coordinación entre actores del sector energético.
    Informes y declaraciones públicas tras ambos eventos hicieron hincapié en fallas en la protección, protocolos de coordinación insuficientes y la necesidad de mejorar la operación del SENI.
  • Impulsaron llamadas a reformas y a medidas técnicas (mantenimiento, modernización y revisión de lógica de protección).
    Tras 2015 hubo recomendaciones para reforzar protecciones y coordinación; en 2025 volvieron a surgir propuestas que incluyen almacenamiento, reglas para integración de renovables y revisión de la lógica de protección del sistema.

Diferencias relevantes (contexto y factores nuevos en 2025)

  • Mayor penetración de generación variable (solar) en 2025, que algunos técnicos señalaron como un factor que complica la estabilidad si no existe suficiente inercia y controles adecuados en la red. Ese contexto no era tan marcado en 2015.
  • Escala y dinámica de la caída de generación en 2025 (reportes apuntan a una reducción al extremo —pocos decenas de MW disponibles— frente a una demanda de miles), lo que evidenció no sólo una falla puntual sino una pérdida de capacidad de respuesta inmediata.

Los blackouts de 2015 y 2025 comparten un patrón claro: una falla puntual en transmisión o subestaciones que, por debilidades en la protección y coordinación del sistema, se convierte en una pérdida masiva de generación y en un apagón nacional con severas consecuencias para servicios críticos. Aunque las tecnologías y la matriz de generación han cambiado en la última década (más renovables, más complejidad), las soluciones vuelven a apuntar a mejoras estructurales: mantenimiento, modernización de la transmisión, lógica de protección robusta, almacenamiento y mejor gobernanza del sector eléctrico.