El cáncer de ovario y su diagnóstico tardío: lo que las mujeres deben saber
La Dra. Marion Curtis, investigadora de Mayo Clinic en Phoenix, Arizona, se ha consolidado como una de las principales expertas en la investigación sobre el cáncer de ovario, una enfermedad poco frecu…

La Dra. Marion Curtis, investigadora de Mayo Clinic en Phoenix, Arizona, se ha consolidado como una de las principales expertas en la investigación sobre el cáncer de ovario, una enfermedad poco frecuente pero con alta mortalidad y grandes desafíos en su detección temprana.
En una entrevista en el podcast Health Matters de Mayo Clinic, Curtis analizó los aspectos más relevantes de esta patología, desde su origen y síntomas hasta los avances más recientes en su tratamiento.
“Resulta sorprendente, pero cerca del 70% de lo que consideramos cáncer de ovario de alto potencial maligno no se origina en el ovario”, explicó Curtis. “En realidad, proviene de la trompa de Falopio. Creemos que se metastatiza temprano hacia el ovario y allí encuentra los factores de crecimiento necesarios para continuar su desarrollo dentro de la cavidad abdominal”.
Esta región, conocida como cavidad peritoneal, alberga la mayoría de los órganos internos y es el escenario donde el cáncer suele expandirse.

La especialista reconoció que la terminología puede resultar confusa. “Si se detecta un tumor en la trompa de Falopio, se diagnostica como cáncer de trompa de Falopio. Sin embargo, solemos agrupar el cáncer de trompa, de ovario y el cáncer peritoneal primario porque, en última instancia, el tratamiento es el mismo”, detalló.
Curtis compartió su hipótesis personal sobre el origen de la enfermedad: “Probablemente, se trate de una célula madre del endometrio que viaja e implanta en la trompa, el ovario o el peritoneo, y así se inicia la enfermedad. Pero esto sigue siendo un misterio”.
Síntomas y diagnóstico tardío
En cuanto a los síntomas, la Dra. Curtis subrayó su carácter inespecífico: “Pueden presentarse como hinchazón, dolor pélvico o abdominal, cambios en el apetito, alteraciones en la frecuencia urinaria o dolor de espalda. Estos síntomas suelen ser tan vagos que muchas veces se atribuyen a molestias cotidianas”. Esta ambigüedad contribuye a que la mayoría de los diagnósticos se realicen en etapas avanzadas, cuando la enfermedad ya se ha diseminado.
Respecto a los factores de riesgo, la edad es determinante. “El principal riesgo para desarrollar cáncer de ovario es la edad. La mayoría de las pacientes son diagnosticadas después de la menopausia”, afirmó la investigadora de Mayo Clinic.

Además, las mutaciones genéticas, especialmente en los genes BRCA-1 y BRCA-2, aumentan la probabilidad de padecer tanto cáncer de mama como de ovario. “Las personas con estas mutaciones suelen desarrollar la enfermedad antes de la menopausia”, añadió.
Curtis recomendó la realización de pruebas genéticas en personas con antecedentes familiares de cáncer de mama u ovario. “Si tienes antecedentes familiares, es aconsejable hablar con un médico para evaluar la conveniencia de un test genético que determine si tienes predisposición”, señaló.
En cuanto a la prevención, la especialista fue clara: “No hay evidencia sólida de que factores ambientales como la dieta tengan un impacto directo en el riesgo de cáncer de ovario, a diferencia de lo que ocurre con el cáncer de endometrio”.
Sin embargo, existen medidas que pueden reducir el riesgo: “El uso de anticonceptivos orales y el hecho de tener hijos disminuyen la probabilidad de desarrollar la enfermedad. También se ha observado que la metformina, un medicamento para la diabetes tipo 2, puede reducir el riesgo si se toma durante largos periodos”.

Por el contrario, Curtis advirtió sobre el uso de terapia hormonal tras la menopausia: “Las mujeres que toman hormonas después de la menopausia pueden tener un mayor riesgo de desarrollar este tipo de cáncer”. Explicó que la reducción del número de ciclos menstruales, ya sea por anticonceptivos o embarazos, parece ofrecer protección, posiblemente porque se limita la proliferación celular en el tracto reproductivo.
Limitaciones en el diagnóstico
En relación con los métodos de diagnóstico, la Dra. Curtis fue contundente: “Lamentablemente, no contamos con un buen método de cribado para el cáncer de ovario”. El marcador tumoral CA125, aunque útil en algunos casos, no es lo suficientemente sensible ni específico para la detección temprana.
“En Mayo Clinic estamos investigando métodos no invasivos, como la detección de células cancerosas en tampones menstruales, pero aún se encuentran en fases iniciales y requieren más validación”, explicó.
El uso de ultrasonido como herramienta de cribado tampoco ha demostrado ser práctico. “El problema radica en la sensibilidad y especificidad. Si se detecta una masa, es necesario realizar una biopsia, lo que implica un procedimiento invasivo. Además, habría que cribar a muchas personas para identificar un solo caso real”, puntualizó la investigadora de Mayo Clinic.
Tratamientos y avances en investigación
El cáncer de ovario es poco frecuente, con unos 20.000 diagnósticos anuales y un riesgo de 1 en 91 de desarrollarlo a lo largo de la vida. Sin embargo, la mortalidad es elevada: “La tasa de supervivencia a cinco años ronda el 30% en mujeres diagnosticadas en estadios avanzados”, precisó Curtis. “Esto lo convierte en uno de los cánceres con mayor mortalidad entre las personas con ovarios, principalmente porque no disponemos de métodos efectivos de detección precoz”.
El tratamiento estándar, según la experta, no ha variado en las últimas décadas: “Consiste en cirugía y quimioterapia. En casos avanzados, se suele iniciar con quimioterapia para reducir el tumor y facilitar la cirugía posterior. Si logramos extirpar la mayor cantidad posible de tumor, el pronóstico mejora”. Durante la intervención, se suelen retirar los ovarios, las trompas de Falopio y el epiplón, aunque en ocasiones es necesario intervenir otros órganos si el tumor se ha extendido.
Tras el tratamiento, la mayoría de las pacientes entra en remisión durante uno o dos años, aunque la recurrencia es frecuente. “El marcador CA125 se utiliza para monitorizar la enfermedad. Si los niveles aumentan tras el tratamiento, suele indicar una recaída”, explicó Curtis.
En caso de recurrencia, la respuesta al tratamiento depende de la sensibilidad del tumor a la quimioterapia. “Si la recaída ocurre después de un periodo prolongado de remisión, se puede repetir la quimioterapia. Si es precoz, el tumor suele ser resistente y las opciones terapéuticas son limitadas”.
Recomendaciones y perspectivas futuras

Ante la dificultad de diagnóstico y la falta de síntomas específicos, la Dra. Curtis aconsejó a las pacientes defender su salud: “Es un problema importante. Al ser un cáncer poco frecuente, muchos médicos de atención primaria nunca lo han diagnosticado. Si recibes resistencia por parte de tu médico, busca una segunda opinión con un especialista en oncología ginecológica, preferiblemente en un centro académico donde se traten más casos”.
En el ámbito de la investigación, Mayo Clinic ha impulsado avances significativos. “Estamos muy interesados en potenciar la respuesta inmune contra el cáncer de ovario. Uno de nuestros ensayos de inmunoterapia consiste en extraer sangre de la paciente, activar los linfocitos T —las células asesinas del sistema inmune— en el laboratorio y, tras cultivarlas durante 19 días, reinyectarlas para que busquen y destruyan el tumor”, relató Curtis.
“Lo emocionante de esta terapia, desarrollada íntegramente en Mayo Clinic, es que los linfocitos T tienen memoria. Si logran eliminar el tumor, algunos permanecen en el organismo y pueden actuar si la enfermedad reaparece”.
Esta estrategia se dirige contra la proteína MUC-1, presente en varios tipos de cáncer, lo que abre la puerta a su aplicación en otras patologías. Además, el equipo de Curtis ha identificado un nuevo tipo de antígeno tumoral en el cáncer de ovario, lo que podría permitir el desarrollo de vacunas para prevenir la recurrencia de la enfermedad.
La Dra. Curtis concluyó que la activación del sistema inmunitario representa una de las vías más prometedoras para lograr respuestas duraderas y mejorar la supervivencia a largo plazo en pacientes con cáncer de ovario.









