Adolescentes con perros muestran mejor salud mental, según nueva investigación
La ciencia confirma lo que ya sabían muchos: tener un perro mejora la salud mental. Así lo acaba de demostrar un estudio de la Universidad de Azabu (Japón) tras observar que los adolescentes que tenía…

La ciencia confirma lo que ya sabían muchos: tener un perro mejora la salud mental. Así lo acaba de demostrar un estudio de la Universidad de Azabu (Japón) tras observar que los adolescentes que tenían estas mascotas en casa disfrutaban de una mejor salud mental gracias a una serie de cambios en la microbiota propulsados por estos animales.
Los resultados de la investigación, que han sido publicados en la revista iScience, han identificado que estos efectos positivos podrían estar relacionados con cambios en el microbioma, es decir, el conjunto de microorganismos que habitan en el cuerpo humano. Los resultados sugieren que la presencia de un perro en casa durante la adolescencia se asocia con una mayor sensación de bienestar psicológico y una reducción de los problemas sociales.
El trabajo de los científicos parte de investigaciones previas en las que se observó que los jóvenes que crecen con perros y mantienen esta convivencia en etapas posteriores presentan puntuaciones más altas en indicadores de compañía y apoyo social. Además, otros estudios han señalado que los dueños de perros muestran una mayor diversidad microbiana en el intestino. En esta ocasión, los investigadores han querido profundizar en la posible relación entre la tenencia de perros, las variaciones en el microbioma y la salud mental de los adolescentes.
Un perro en casa para el bienestar psicológico
El estudio ha revelado que la posesión de un perro a los trece años predice tanto el estado de salud mental como los resultados en pruebas de comportamiento. Los adolescentes que conviven con un perro han presentado menos problemas sociales en comparación con aquellos que no tienen este animal en casa. Para analizar el papel del microbioma, los científicos han recogido muestras de la microbiota oral de los participantes y, tras su secuenciación, han comprobado que, aunque la diversidad y riqueza de especies era similar en ambos grupos, la composición microbiana difería. Esto indica que la convivencia con perros modifica la abundancia de ciertas bacterias en la boca.
A partir de estos datos, el equipo ha planteado la hipótesis de que algunas de estas bacterias podrían estar relacionadas con los resultados psicológicos observados en los adolescentes. Para comprobarlo, han transferido microbiota de jóvenes propietarios de perros a ratones de laboratorio, con el objetivo de evaluar posibles cambios en el comportamiento social de los animales. Los ratones que recibieron la microbiota de adolescentes con perro han pasado más tiempo olfateando a sus compañeros de jaula y han mostrado una actitud más social hacia un congénere atrapado, una prueba estándar para medir la conducta prosocial en estos animales.
“Los beneficios de tener un perro incluyen proporcionar una sensación de seguridad a través de la interacción, pero también considero que tiene valor por su potencial para modificar la comunidad microbiana simbiótica”, afirma el autor del estudio Takefumi Kikusui. Según explican los investigadores, estos efectos positivos podrían ser consecuencia de miles de años de convivencia entre humanos y perros, lo que habría propiciado una adaptación conjunta de ambos organismos y sus respectivas comunidades microbianas.









