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El País

A 50 años del desembarco de Francisco Caamaño por Playa Caracoles

El 2 de febrero el coronel del Ejército, Francisco Alberto Caamaño Deñó, junto a nueve hombres, desembarcaron en Playa Caracoles, jurisdicción de Azua, dividido en grupos de tres en tres.

Redacción Telenoticias • February 2, 2023 9:24 am
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El 2 de febrero el coronel del Ejército, Francisco Alberto Caamaño Deñó, junto a nueve hombres, desembarcaron en Playa Caracoles, jurisdicción de Azua, dividido en grupos de tres en tres.

Dos y uno, con la intención manifiesta de iniciar un frente guerrillero contra el gobierno del doctor Joaquín Balaguer, para instaurar un régimen democrático y participativo.

Cuando el sol terminó de caer el horizonte de la bahía de Ocoa, y las primeras estrellas aparecieron sobre el firmamento de Quisqueya, el comandante Román dio instrucciones de iniciar maniobras de desembarco.

Ordenó que se pusieran los uniformes, tomaran sus mochilas y prepararan sus armas. Indicó navegar en dirección al punto medio entre las claretas de Estebanía y Las Charcas, y anclar el motovelero Black Jack a dos kilómetros de la costa, desde donde continuarían en un bote inflable.

Luego de años lejos de su amada tierra, esa noche volverían a pisar suelo patrio. Venían con armas y explosivos, con mapas y brújulas… Pero sobre todo, venían con el corazón lleno de amor por su pueblo. Amor por la libertad, la democracia y la justicia social.

Hoy hace exactamente medio siglo que Francisco Alberto Caamaño Deñó (Román), Heberto Geordano Lalane José (Eugenio), Mario Nelson Galán Durán (Juan), Alfredo Pérez Vargas (Armando), Ramón Euclides Holguín Marte (Braulio), Juan Ramón Payero Ulloa (Ismael), Toribio Peña Jáquez (Felipe), Hamlet Hermann Pérez (Freddy) y Claudio Caamaño Grullón (Sergio), llegaron al país para iniciar un frente guerrillero que enfrentara al régimen de Los 12 Años de Balaguer, y poner fin a la violencia y el crimen de Estado, al robo y la corrupción.

Si bien la mayoría de ellos murió en las montañas, su lucha es como semilla que se siembra.

No nos preguntemos si valió la pena. Hagamos que valga la pena, avanzando en la construcción de un país sin corrupción y sin tantas desigualdades, fortaleciendo nuestra democracia, nuestros derechos y libertades.

Con otros métodos, tal vez, pero con la misma determinación y el mismo objetivo. Ese es nuestro compromiso, ese es nuestro deber.