Argentina de 76 años ejercita a vecinos durante cuarentena
BUENOS AIRES — Suena la música de Pink Floyd y hombres y mujeres comienzan a mover y estirar sus cuerpos en el patio y los balcones de un edificio de Buenos Aires mientras observan a Irma Mogilevsky, …
BUENOS AIRES — Suena la música de Pink Floyd y hombres y mujeres comienzan a mover y estirar sus cuerpos en el patio y los balcones de un edificio de Buenos Aires mientras observan a Irma Mogilevsky, una profesora de gimnasia de 76 años que ha logrado desentumecer y unir a sus vecinos durante la cuarentena por el nuevo coronavirus.
Todos los días, y durante 40 minutos, esta profesora de educación física ayuda a despejar la cabeza y ejercitar los músculos a sus compañeros de edificio, obligados a estar gran parte del tiempo encerrados o a trabajar desde sus casas frente a la computadora.
“Soy inquieta y hace tiempo que estoy jubilada… En el WhatsApp los invité a sumarse y aparecieron un montón”, dijo el lunes Mogilevsky a The Associated Press poco antes de comenzar una clase en la que mezcló gimnasia danesa, sueca y algunos ejercicios de su invención.
“Varios pasos atrás y adelante; me siento, subo, bajo, subo…eso, ahí”, se le escucha decir animosamente a esta argentina de pelo cano, baja estatura y piernas firmemente moldeadas enfundadas en unos ajustados pantalones negros.
Varios de sus alumnos no hacían ejercicio antes de la cuarentena que obligó al confinamiento y cerró las puertas de los gimnasios. Ahora son fanáticos.
El edificio reúne las condiciones perfectas para que puedan moverse mientras observan a la profesora. Tiene un gran patio central abajo -donde Mogilevsky se sitúa- y cuatro pisos que lo rodean con balcones amplios y suficiente profundidad para avanzar y retroceder.
Entre los alumnos está Saul Drajer, de 81 años y esposo de Mogilevsky, quien se encargó de poner la música.
Según la mujer, las clases en comunidad, que en el peor momento del aislamiento iniciado el 20 de marzo llegó a sumar a cerca de 30 vecinos, lograron que los lazos se estrecharan y varios encontraran un lugar para volcar su desasosiego.
“Nos sirvieron para aunarnos mucho más. Esta vecindad es muy activa y se relaciona muy bien, pero creo que ahora se relaciona mejor”, sostuvo.
Los movimientos de piernas, brazos y torso que enseña Mogilevsky no son difíciles y resultan terapéuticos. Mientras la mujer se movía decidida y con agilidad, varios de los vecinos situados en el patio la seguían atentamente y otros la imitaban desde los balcones.
“Como uno está quieto, cualquier cosa que hagas va a ser útil; cualquier cosa que hagas que dé fuerza a espalda, glúteos y piernas”, explicó.
Algunos alumnos tienen una asistencia perfecta a sus clases.