Biden busca consenso en fracturada Cumbre de las Américas
El presidente Joe Biden intentó el jueves presentar una visión unificadora para el hemisferio occidental, pero la Cumbre de las Américas se convirtió rápidamente en un ámbito de abierto descontento, dejando al descubierto las dificultades que enfrentan América del Norte y del Sur para lograr consenso en asuntos de migración, economía y clima.
LOS ÁNGELES — El presidente Joe Biden intentó el jueves presentar una visión unificadora para el hemisferio occidental, pero la Cumbre de las Américas se convirtió rápidamente en un ámbito de abierto descontento, dejando al descubierto las dificultades que enfrentan América del Norte y del Sur para lograr consenso en asuntos de migración, economía y clima.
“No hay ninguna razón por la que el hemisferio occidental no pueda ser la región más progresista, más democrática, más próspera, más pacífica y segura del mundo”, dijo Biden. “Tenemos un potencial ilimitado. ”
Sin embargo, poco después de sus declaraciones el primer ministro de Belice, John Briceño, criticó públicamente la decisión de Estados Unidos de excluir a algunos países y el persistente embargo a Cuba.
“Esta Cumbre pertenece a toda América. Es por eso imperdonable que haya países de las Américas que no estén aquí, y que el poder de la cumbre se vea mermado por su ausencia”, manifestó Briceño. “En este momento tan crítico, cuando el futuro de nuestro hemisferio está en juego, estamos divididos. Y es por eso la Cumbre de las Américas debió ser inclusiva. La geografía, no la política, es lo que define a las Américas”.
No fue el único. Biden enfrentó más críticas del presidente de Argentina, Alberto Fernández, quien dijo que hablaba como presidente pro-tempore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, conocida como CELAC.
“Definitivamente hubiésemos querido otra Cumbre de las Américas”, dijo Fernández. “El silencio de los ausentes nos interpela. Para que esto no vuelva a suceder, quisiera dejar sentado para el futuro que el hecho de ser país anfitrión de la Cumbre no otorga la capacidad de imponer el derecho de admisión sobre los países miembros del continente”.
Las críticas por las exclusiones tuvieron lugar a pesar de que se había llegado a un consenso en la cumbre de 2001 en la ciudad de Quebec de que los gobiernos no democráticos no serían incluidos en futuras reuniones. Biden volvió a hablar más tarde y trató de suavizar las diferencias centrándose en los temas, en lugar de la lista de invitados.
“Creo que hemos tenido un buen comienzo. Escuchamos muchas ideas importantes que se plantearon”, dijo Biden. “Y a pesar de algunos de los desacuerdos relacionados con la participación, en los asuntos sustantivos lo que escuché fue casi uniformidad”.
Las diferencias en riqueza, gobernabilidad y temas de interés nacional representan un desafío para que Biden pueda repetir las alianzas que ha forjado en Asia y Europa. Esto ha creado expectativas limitadas en la reunión hemisférica que Estados Unidos está albergando por primera vez desde 1994.
Con esfuerzos diplomáticos tensos ante la decisión de algunos presidentes que optaron por no asistir y propuestas legislativas estancadas en un congreso polarizado, Biden se concentró en tratar que las corporaciones y el sector privado respalden sus iniciativas. Sin embargo, la cumbre apenas ha cumplido la promesa hecha por el presidente estadounidense, especialmente con la ausencia del presidente de México —que no asistió sino que envió a su canciller— y la incertidumbre sobre si existen incentivos suficientes para que Latinoamérica se acerque más a Estados Unidos.