SAN DIEGO — Días antes de que Joe Biden asumiera la presidencia de Estados Unidos, los equipos de construcción trabajaron rápidamente para concluir el muro ordenado por el presidente Donald Trump en un icónico parque transfronterizo con vistas al Océano Pacífico, que la entonces primera dama Pat Nixon inauguró en 1971 como un símbolo de la amistad internacional.
Biden ordenó el miércoles hacer una “pausa” en toda la construcción del muro en el plazo de una semana, uno de 17 decretos que emitió en su primer día en el cargo, incluidos seis relacionados con la inmigración.
La orden deja inconclusos los proyectos a lo largo de la frontera, pero aún bajo contrato, después de que Trump trabajó fervientemente el año pasado para construir el muro en 720 kilómetros (450 millas), un objetivo que dijo haber cumplido ocho días antes de dejar el cargo.
El gobierno de Trump indicó que había asignado 15.000 millones de dólares para alcanzar un total de 1.181 kilómetros (738 millas), pero no está claro cuántos de esos kilómetros adicionales están bajo contrato y qué gastos de cancelación enfrentaría Biden para cumplir su promesa de no construir “ni un pie más”. Biden ordenó que se tengan respuestas en un plazo de dos meses sobre cuánto comprometió el gobierno, cuánto costaría zafarse y si los contratos podrían destinarse a otros fines.
La Casa Blanca no ofreció comentarios al respecto el jueves, pero dada la falta de comunicación entre los asesores de Trump y el equipo de transición de Biden, es posible que no haya respuestas pronto.
“Hay una falta notable de transparencia”, comentó Dror Ladin, abogado para la Unión Americana de Libertades Civiles que el próximo mes argumentará ante la Corte Suprema que fue ilegal que Trump desviara miles de millones de dólares del Departamento de Defensa para construir el muro.
John Kurc, activista que publica videos de explosiones con dinamita realizadas por los equipos de construcción, señaló que vio cómo se colocaba una carga de dinamita el miércoles por la tarde en el Cañón de Guadalupe, en el extremo este de Arizona, incluso en el momento en que se llevaba a cabo la investidura de Biden en Washington.
Maquinaria pesada ha estado trabajando en caminos excavados en las laderas rocosas de las montañas, haciendo hoyos para colocar postes en terrenos propiedad de la Oficina de Administración de Tierras.
En el Rio Grande Valley de Texas, que es la zona más concurrida para cruces ilegales, activistas del Proyecto de Derechos Civiles del estado vieron el jueves camiones y equipos de construcción inactivos, aunque ello podría deberse a la lluvia.