Defender Chernóbil en una invasión no vale la pena, dicen algunos ucranianos
“No importa si está contaminado o si nadie vive aquí” dijo el teniente coronel Yuri Shakhraichuk, del servicio de guardia de fronteras ucraniano. “Es nuestro territorio, nuestro país, y debemos defenderlo”.
CHERNÓBIL, Ucrania — Soldados ucranianos, con rifles Kalashnikov colgados al hombro, patrullan por un bosque silencioso y nevado, pasando por casas abandonadas desde hace tanto tiempo que las enredaderas se enroscan por las ventanas rotas.
No se cultiva nada en los campos, las ciudades desiertas y toda la zona de Chernóbil, en el norte de Ucrania, sigue siendo tan radiactiva que parecería el último lugar de la Tierra que alguien querría conquistar.
Pero mientras la mayor parte de la atención suscitada por una posible invasión rusa se centra en la acumulación de tropas y las hostilidades diarias en el Este, la ruta más corta desde Rusia a la capital de Ucrania, Kiev, es por el norte. Y pasa por la zona aislada en torno a la central de Chernóbil, donde la fusión de un reactor en 1986 provocó el peor desastre nuclear de la historia.
Una de las incongruencias de la guerra hace que Chernóbil sea una zona que Ucrania cree que debe defender, obligando a sus militares a desplegar fuerzas de seguridad en el inquietante y todavía radiactivo bosque, donde llevan tanto armas como equipos para detectar la exposición a la radiación.
“No importa si está contaminado o si nadie vive aquí” dijo el teniente coronel Yuri Shakhraichuk, del servicio de guardia de fronteras ucraniano. “Es nuestro territorio, nuestro país, y debemos defenderlo”.
Los efectivos desplegados en esa región, conocida como la Zona de Exclusión de Chernóbil, no serían suficientes para rechazar una invasión, si eso llegara a suceder; pero están allí para detectar señales de advertencia. “Recogemos información sobre la situación a lo largo de la frontera” y la transmitimos a las agencias de inteligencia de Ucrania, dijo el coronel Shakhraichuk.
El concepto de la Zona de Exclusión de Chernóbil cuando las autoridades soviéticas la establecieron hace tres décadas era limitar, mediante el aislamiento, la letalidad del accidente de la central nuclear. Las partículas radiactivas que quedaron en el suelo o atrapadas bajo la estructura de contención del reactor destruido mientras se descomponen lentamente supondrían poco riesgo para los soldados, siempre que no permanezcan en zonas altamente irradiadas. Pero el terreno debe ser abandonado, en algunos lugares durante cientos de años.