MIAMI — Un sobrino de la primera dama de Venezuela apeló ante la Corte Suprema estadounidense una sentencia de 18 años en prisión por asociación delictuosa para contrabandear 800 kilogramos de cocaína hacia Estados Unidos.
Francisco Flores y su primo, Efraín Campo, fueron declarados culpables en 2016 en un caso con enorme relevancia política que examina a detalle las acusaciones de Estados Unidos de narcotráfico en las más altas esferas del gobierno socialista del presidente Nicolás Maduro. En marzo, los fiscales acusaron formalmente al mismo Maduro de encabezar una supuesta conspiración “narcoterrorista” que inundó a Estados Unidos con 250 toneladas de cocaína al año.
En una moción publicada el martes en el registro de sumarios de la Corte Suprema, los abogados de Flores argumentaron que un juez federal de Manhattan engañó al jurado al decirle que los acusados debían saber que el destino final de la cocaína era Estados Unidos, un requerimiento para una condena de acuerdo a las leyes estadounidenses.
Los abogados de Campo y Flores arguyeron en su juicio de dos semanas que las drogas no cambiaron de manos y que los hombres no tenían intensión alguna de traficar con ellas. El testigo estrella de la fiscalía, José Santos Peña, era un informante de la DEA del que después se supo que mintió a sus supervisores.
Se desconoce quién cubre los gastos legales de Flores. Michael Levy, un abogado de Austin, se negó a comentar. Pero en su juicio ante un tribunal menor, su equipo legal fue financiado por Wilmer Ruperti, un magnate naviero venezolano allegado al gobierno de Maduro.
La primera dama Cilia Flores, a quien Maduro se refiere como la “primera combatiente”, es una de las integrantes más influyentes del gobierno revolucionario de Venezuela y constantemente se le ve al lado de su esposo en apariciones públicas. Prácticamente ninguno de los dos ha hecho mención sobre la condena de sus familiares en Estados Unidos.