Reynol Osorio, el dominicano galardonado como el mejor cocinero de Aragón
http://telenoticias.com.do/wp-content/uploads/voxey/post-173587.mp3 Su vida transcurría en la República Dominicana, con la cotidianidad que una zona costera caribeña le podía ofrecer. Nativo de Boca C…
Su vida transcurría en la República Dominicana, con la cotidianidad que una zona costera caribeña le podía ofrecer. Nativo de Boca Chica, pero criado en San Pedro de Macorís, para Reynol Osorio vivir el día a día e ir al gimnasio formaba parte de su rutina. Sin embargo, su vida dio un giro de 180 grados cuando conoció a su actual esposa, Sonia Prieto Almazán, una trabajadora social española. Se enamoraron, vivieron un tiempo en Santo Domingo y, tiempo después, decidieron irse a vivir juntos al país de Sonia.
Para él, llegar a la madre patria fue todo un desafío: era la primera vez que viajaba, se enfrentó a una realidad muy distinta a la que estaba acostumbrado y no tenía claro a qué se dedicaría. Afortunadamente, fue bien acogido por la familia de quien hoy es la madre de sus dos hijos, una familia que lo recibió como uno más.
Su suegro tenía un pequeño restaurante y quiso integrarlo como cocinero, un nicho que él aprovechó, pese a no tener ni idea de este campo. Había trabajado en hostelería, como camarero y en el área de animación, pero desconocía todo lo relacionado con la gastronomía.
“Yo nací en Andrés Boca Chica y luego me crié en San Pedro de Macorís, mi madre es de allá. En el país siempre trabajé en hostelería, pero en temas muy alejados de la cocina: he sido camarero y luego trabajé en animación”, señala.
Fue allí donde conoció a su esposa.
“La conocí en el hotel y ella vino a vivir conmigo a Santo Domingo. Estuvo viviendo un tiempo y trabajando allí, en una ONG, porque es trabajadora social”,
En sus planes no estaba claro que se irían del país.
“No era una cosa que yo me planteaba, salir del país, ella me propuso venir a España un tiempo, probamos y decidimos si nos quedábamos, y la verdad que nos ha salido bien”.
“De hecho, estuve estudiando en una famosa cadena de gimnasios de Santo Domingo para formarme como instructor. El tema de la cocina nunca lo había tocado, ni imaginado, nunca”, enfatizó. De ahí la sorpresa que generó en él y en sus seres queridos saber que se dedicaría al oficio de cocinero.
Llegaron a Albarracín, Teruel, donde vivían los padres de quien hoy es su esposa y madre de sus dos hijos.
“Cuando llegamos a España, mis suegros tenían el restaurante que, en la actualidad, gestionamos mi mujer y yo. Era un restaurante de comida tradicional y recuerdo que, cuando llegué, fue en pleno diciembre, con el frío que eso implica. El padre de mi esposa me preguntó si quería trabajar con él en el área de cocina“.

Al principio, reconoce que no le cuadraba la idea, pero como buen dominicano, no se iba a quedar sentado: tenía que salir adelante. Sin saberlo, ese momento fue el cimiento para encontrar la profesión a la que estaba destinado.
“Empecé probando con él y es verdad que eso me despertó un gusanillo. Experimenté una sensación extraña de decir: ´esto se me da mejor de lo que yo pensaba´”, recuerda, valorando el gran aporte de su suegro, hoy fallecido, en su vida.
Él lo instó a formarse más allá del restaurante, a ser un cocinero profesional, con todo lo que eso implica. ¡Y vaya si lo logró!
“Me matriculé en la escuela de hostelería de Teruel, donde estudié cocina con toda la base, con toda la cimentación. Cuando terminé, me presenté en un concurso de la escuela de formación y gané el primer lugar”. Ese premio le hizo darse cuenta de que estaba en el camino correcto.