Los aldeanos se apresuraban a enterrar a los muertos este jueves y cavaban, con sus propias manos, entre los escombros de las casas en busca de sobrevivientes del potente sismo que remeció el este de Afganistán y causó al menos 1.000 fallecidos. Mientras, el Talibán y la comunidad internacional, que huyó del país tras su ascenso al poder, se esforzaban por ayudar a las víctimas del desastre.