Dos semanas después del asalto a las sedes de los tres poderes en Brasil, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva envía un mensaje de que todo está bajo control al cumplir su primer viaje al exterior, a Argentina, donde abrirá una nueva era en sus relaciones con sus vecinos regionales, mayoritariamente izquierdistas, tras el mandato distante del ultraderechista Jair Bolsonaro.