Trump recrudece su batalla con los medios: insultos y maniobras de presión
La tensión entre el presidente estadounidense Donald Trump y los medios de comunicación volvió a quedar en evidencia tras un nuevo episodio que ha generado indignación dentro y fuera del país. El insu…

La tensión entre el presidente estadounidense Donald Trump y los medios de comunicación volvió a quedar en evidencia tras un nuevo episodio que ha generado indignación dentro y fuera del país. El insulto —“silencio, cerdita”— dirigido por el mandatario a una periodista de Bloomberg a bordo del Air Force One se ha convertido en el más reciente ejemplo del deterioro de su relación con la prensa, especialmente con mujeres periodistas, quienes se han convertido en un blanco recurrente.
El comentario surgió luego de que la reportera le formulara una pregunta relacionada con el pederasta Jeffrey Epstein, lo que desató la respuesta despectiva del presidente. El gesto ha sido interpretado como una señal más de la hostilidad creciente que caracteriza los intercambios entre Trump y los profesionales de la comunicación desde su regreso al poder.
Este no es un hecho aislado. El mandatario ha protagonizado múltiples enfrentamientos directos con periodistas cuyas preguntas considera incómodas, ataques que usualmente acompañan la etiqueta “fake news”, uno de los términos más repetidos en su retórica contra los medios. A esto se suma la presión ejercida por su administración sobre grandes conglomerados de comunicación, ampliando así las preocupaciones sobre el clima de libertad de prensa en el país.
El incidente ha reavivado el debate sobre el trato del presidente hacia la prensa y el impacto que este tipo de comportamiento puede tener en la labor periodística y en el ejercicio democrático.
Días después de este suceso Trump llamó “pésima reportera” a Mary Bruce, de la cadena ABC, durante una rueda de prensa en el Despacho Oval junto al príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salmán, en la que la periodista preguntó sobre el columnista Jamal Khashoggi, cuyo asesinato la CIA vincula con el propio Bin Salmán.
“No me gusta tu actitud, deberías volver a estudiar periodismo“, le recriminó.
La Casa Blanca justificó este tipo de comentarios del mandatario como una muestra de su “transparencia” y “honestidad“; pero la prensa, lejos de callarse o agradecer a Trump su “sinceridad”, salió en defensa de la libertad de información con una ola de críticas al presidente.
Entre ellos destaca Jake Tapper, uno de los presentadores estrella de la cadena CNN, que calificó la actitud del presidente de “repugnante y completamente inaceptable”.
En redes, numerosos usuarios compartieron imágenes de Trump caricaturizado irónicamente como un cerdo para subrayar su rechazo hacia la actitud del mandatario.
Ataques contra cadenas y presentadores
Aunque la ofensiva del republicano contra la prensa es mucho más evidente cuando va dirigida a mujeres del gremio, desde su regreso al poder en enero de 2025, Trump ha criticado con dureza a presentadores o televisiones y hasta ha pedido que se retiren permisos de emisión a grandes cadenas.
Esta semana Trump intensificó sus ataques contra ABC, e instó a que se le retire la licencia para operar argumentando que “sus noticias son falsas y erróneas”.
La ofensiva pública del neoyorquino contra los presentadores de la franja nocturna también se ha hecho latente a lo largo de 2025.
Tras conocerse en julio la futura cancelación del programa de Stephen Colbert, cuyo final se hará efectivo en mayo de 2026, el presidente celebró la decisión con entusiasmo: “Me encanta que Colbert haya sido despedido.Tenía todavía menos talento que audiencia”, escribió en su plataforma TruthSocial, antes de apuntar hacia otro presentador.
“He escuchado que Jimmy Kimmel, que tiene todavía menos talento, será el siguiente”, agregó.
Y en efecto, la cancelación de Kimmel no tardó en llegar, cuando ABC retiró su programa de la parrilla tras presiones del regulador por sus comentarios sobre el asesinato del activista ultraderechista Charlie Kirk.
Kimmel reapareció ante las cámaras con un mensaje: “No podemos permitir que nuestro gobierno controle lo que decimos y lo que no decimos en televisión”.
Recientemente, Trump volvió a cargar también contra el presentador Seth Meyers por sus comentarios sobre la relación entre Epstein y el presidente, y pidió a la cadena NBC su despido inmediato: “Meyers padece un caso incurable del Síndrome de Trastorno por Trump“.
Más allá de las palabras
Sin embargo, el choque entre el Gobierno de Trump y la prensa no ha sido solo discursivo.
A finales de octubre, la Casa Blanca instituyó una nueva norma que limita el acceso libre de periodistas a la zona de la oficina presidencial donde se encuentra la secretaría de prensa.
La medida de mayor impacto salió del Pentágono, cuando en septiembre el Departamento de Guerra introdujo una norma que condicionaba la acreditación de los periodistas a la firma de un compromiso a no obtener ni publicar ciertos materiales no autorizados, incluso si no estaban clasificados.
Esto provocó una protesta masiva: decenas de organizaciones informativas -entre ellas EFE- rechazaron la firma.
Llegados a este punto, para muchos periodistas y comunicadores el “silencio, cerdita” representa algo más que un improperio puntual: es el pico de la evidente tensión entre el poder ejecutivo estadounidense y un cuarto poder que busca proteger su labor informativa.









