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Economía

Tu negocio es rentable, pero tu dinero nunca alcanza: la importancia de la disciplina financiera

Otro síntoma del desorden financiero es recurrir constantemente a tarjetas de crédito o préstamos personales para tapar huecos de la empresa. Aunque pueden servir como alivio temporal, a largo plazo c…

Nicole Paola Rodríguez Peralta • September 21, 2025 6:00 pm
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Muchos emprendedores en República Dominicana trabajan duro, venden bien y logran que su negocio crezca en clientes. Sin embargo, al revisar sus cuentas personales sienten que el dinero no alcanza. ¿Cómo es posible que un negocio rentable deje al dueño con la sensación de estar siempre corto de recursos? La respuesta está en la falta de disciplina financiera, ese hábito silencioso que marca la diferencia entre generar ingresos y realmente construir estabilidad.

Rentabilidad no es liquidez

La primera confusión común es pensar que rentabilidad equivale a tener dinero disponible. Un negocio puede reportar ventas crecientes y márgenes positivos, pero si no existe control de gastos, planificación fiscal y separación de cuentas, esos recursos se evaporan.

Ejemplo sencillo: un restaurante vende RD$500,000 en un mes, pero paga RD$480,000 en costos, impuestos, préstamos y gastos personales del dueño. En papel luce “rentable”, pero en la práctica no queda flujo de caja para reinversión ni para quien dirige el negocio.

El error de mezclar cuentas

La mayoría de los emprendedores cae en la trampa de pagar sus gastos personales directamente desde la cuenta de la empresa: supermercado, gasolina, hasta la tarjeta de crédito familiar. Este hábito no solo desordena la contabilidad, también impide saber si el negocio realmente genera utilidades.

La disciplina financiera comienza con lo básico: separar las finanzas personales de las empresariales. Tener cuentas bancarias distintas, presupuestos diferenciados y políticas claras de retiro o salario para el dueño evita confusiones y fugas de dinero.

La importancia de que el dueño se asigne un sueldo

Un error común es pensar que “todo lo que entra es mío” o que el dueño puede retirar dinero del negocio cada vez que lo necesite. Esta práctica desestabiliza la empresa, la descapitaliza y no permite proyectar gastos reales.

Asignarse un sueldo tiene múltiples ventajas:

  1. Da formalidad al negocio: el emprendedor deja de verse como alguien que “saca dinero de la caja” y pasa a recibir una retribución como cualquier otro colaborador.
  2. Facilita la planificación: al tener un monto fijo, la empresa puede presupuestar mejor su flujo de caja y el dueño puede organizar sus finanzas personales sin improvisaciones.
  3. Evita retiros desordenados: cuando el dinero se usa sin control, no se distingue entre gastos de la empresa y del hogar. El sueldo pone un límite saludable.
  4. Permite medir la rentabilidad real: si la empresa no genera lo suficiente para pagar al dueño un salario acorde, significa que el modelo necesita ajustes.
  5. Fortalece la transparencia fiscal: en caso de fiscalización, un sueldo asignado es mucho más defendible que retiros constantes sin justificación contable.

En síntesis, asignarse un sueldo no es un capricho: es una práctica de gobernanza empresarial que protege la sostenibilidad del negocio y la estabilidad del dueño.

El impacto fiscal de la indisciplina

No organizar los ingresos y egresos tiene un efecto directo en los impuestos. Cuando se mezclan gastos personales con empresariales, se vuelve más difícil sustentar deducciones ante la DGII y aumenta el riesgo de sanciones o rechazos de comprobantes.

Además, muchos emprendedores olvidan provisionar para los anticipos del ISR o el ITBIS, y cuando llega la fecha de pago, el dinero ya se gastó. Eso genera retrasos, intereses y la desagradable experiencia de tener que cubrir con ahorros personales obligaciones que debieron planificarse desde el inicio.

La falsa ilusión de la tarjeta o el préstamo

Otro síntoma del desorden financiero es recurrir constantemente a tarjetas de crédito o préstamos personales para tapar huecos de la empresa. Aunque pueden servir como alivio temporal, a largo plazo comprometen el historial crediticio y aumentan el costo financiero.

Un emprendedor disciplinado entiende que no todo ingreso es disponible, y que parte de las utilidades deben destinarse a reservas para impuestos, pago a suplidores, ahorro y reinversión. Solo así se evita vivir en el ciclo de “facturo mucho, pero nunca tengo liquidez”.

 

Hábitos clave para la disciplina financiera

  1. Asigna un salario para ti

Define cuánto vas a retirar cada mes del negocio y respétalo, como si fueras un empleado más. Evita los retiros improvisados.

  1. Separa cuentas bancarias

Mantén una para la empresa y otra para ti. Esto simplifica el control contable y te da claridad sobre la verdadera rentabilidad.

  1. Presupuesta y controla gastos

No solo en lo personal; también en la empresa. Un presupuesto bien hecho permite anticipar necesidades de liquidez.

  1. Crea provisiones para impuestos y deudas

Aparta desde el inicio un porcentaje de las ventas para cumplir con la DGII y con los compromisos financieros.

  1. Monitorea tus finanzas mensualmente

Revisa el estado de resultados y el flujo de caja. La disciplina nace de la información clara y frecuente.

La rentabilidad sin disciplina es una ilusión peligrosa. Un negocio puede facturar millones y aun así dejar a su dueño sin liquidez si no existe orden financiero.

Asignarse un sueldo, separar cuentas y planificar gastos son prácticas que marcan la diferencia entre sobrevivir mes a mes o construir una empresa sostenible.

En definitiva, la disciplina financiera es el puente entre la rentabilidad y la verdadera estabilidad. Y para un emprendedor, no hay éxito más grande que ver crecer su negocio mientras disfruta de una economía personal organizada y en equilibrio.