El expresidente brasileño Jair Bolsonaro ingresó este miércoles en un hospital de São Paulo para unos exámenes de rutina, en medio del cerco judicial que enfrenta por diversas investigaciones penales y civiles.
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La Policía Federal de Brasil registró el miércoles la vivienda del expresidente Jair Bolsonaro y confiscó su teléfono, dijo un funcionario que pidió permanecer anónimo.
El expresidente Jair Bolsonaro regresó este jueves a Brasil, después de permanecer tres meses en Estados Unidos, país al que viajó dos días antes de dejar el poder, en medio de un fuerte esquema de seguridad montado en el aeropuerto de Brasilia.
Los partidarios de Bolsonaro que asistieron al evento corearon frases como «Lula ladrón, tu lugar está en la cárcel», «nuestra bandera jamás será roja», y «2026». El político ultraderechista destacó los logros económicos de su Gobierno y las ayudas sociales prestadas a la población.
En total, Bolsonaro gastó 27,6 millones de reales (unos 5,3 millones de dólares) con la tarjeta de crédito corporativa del Gobierno, según datos divulgados por el Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, con base a la ley de acceso a la información.
El expresidente brasileño Jair Bolsonaro escribió sobre las causas que lo llevaron a ser hospitalizado este lunes en Florida, EE.UU.
«Las manifestaciones pacíficas son parte de la democracia. Sin embargo, las depredaciones e invasiones de edificios públicos como las ocurridas hoy, así como las practicadas por la izquierda en 2013 y 2017, están fuera de la ley», escribió Bolsonaro en su cuenta de Twitter.
Bolsonaro, que empezó a reaparecer públicamente la semana pasada, asumió la responsabilidad de sus errores, y pidió a sus seguidores que no lo criticaran sin estar «absolutamente seguros» de lo que estaba pasando. Sin embargo, no felicitó en al presidente electo, ni reconoció abiertamente su derrota en las urnas.
Bolsonaro, que llegó al acto aplaudido por el público que coreaba «Yo autorizo» en alusión a un golpe de Estado, saludó a sus simpatizantes, pero evitó pronunciarse tanto en la ceremonia como con la prensa.
En el periodo previo a las elecciones presidenciales de Brasil, muchos temían que un resultado apretado sería disputado y significaría la sentencia de muerte para la democracia más grande de América Latina.